Dear S

No he sido del todo sincera.

No recuerdo cuál fue mi excusa para alejarme de ti, sólo sé que no estaba en mi mejor momento y siento que te debo una explicación más detallada de la que te di en septiembre. La gente que sabía de ti decía que "te faltaba un tornillito", se asustaban cuando compartía alguna de tus ideas porque no eran convencionales. Hubo quien me dijera que me apartara, que podrías hacerme daño. ¿Lo habrías hecho? Yo creo que no pero no me quedé para averiguarlo. Éramos almas gemelas, ¿recuerdas? Nos entendíamos bien y sin embargo dejé que estos susurros de extraños entraran a mi cabeza y me lo empecé a creer, me dejé convencer demasiado fácil. Mi mente se llenó de pensamientos paranoicos, sentía que me vigilabas y que querías toda mi atención sólo para ti y nadie más. Incluso hubo alguien que sugirió que te gustaba. Si hubiera sido cierto, ¿habría sido un gran problema para seguir nuestra amistad? No lo sé porque entré en pánico. ¿Qué tal que me hubieras persuadido de corresponder tus sentimientos en contra de mi voluntad? Por algo temía eso, al parecer otros ya me habían influenciado lo suficiente para sacarte de mi vida. Pero no puedo culparlos a ellos y menos a ti. Todo recae sobre mí, mi falta de razonamiento y voluntad. Tendría que haberme detenido, haber respirado dos veces y haber puesto todo en perspectiva. En aquel tiempo sí cuadraba todo como un rompecabezas, conocías mis secretos y temores lo suficiente para hacerme daño o chantajearme. Fui una tonta y tomé una mala decisión. Como cualquiera, he tomado pésimas decisiones, pero créeme que ésta es la peor y de la que más me arrepiento. Imagino todo el tiempo que tuviste que estar por tu cuenta, enfrentando a tus sombras sin apoyo y escucho a mi corazón agrietarse un poco más; te hice lo que me hicieron a mí y que juré nunca hacérselo a alguien que yo quisiera mucho. En cambio, ahora sé que tú nunca lo hubieras hecho conmigo porque no fui la única persona que te lastimó en el camino y si te abrías lo suficiente, significaba que confiabas en esa persona, que pensabas que era alguien a quien valía la pena entregarse. Perdóname por no serlo y por querer serlo ahora cuando es tarde. Tuve el atrevimiento de pensar que podíamos recuperarlo todo, que podría enmendar todo con un explicación escueta después de cinco años, pero el hilo ya estaba roto. Pude unir algunas hebras pero nunca sería suficiente y nunca sería lo mismo. Reconozco que hemos crecido pero ¿a costa de qué precio? ¿Te ha amargado un poco el paso del tiempo? ¿Hiciste más amigos después de qué me fui? Espero que sí y que lo que yo te hice, no haya afectado tu relación con ellos. Sin embargo lo he podido leer desde hace un tiempo, te lastimé mucho, ¿verdad? Puedo notarlo, al fin de cuentas K es parte de ti y sólo estabas plasmando cómo te sentías en esos momentos. Recuerdo una cachetada, C nunca hubiera golpeado a K, pero así lo sentiste, ¿no? Fue un dolor que traspasó el plano emocional y se sintió tan físico como una cachetada o un puñetazo, ¿verdad? Las palabras nunca me alcanzarían para pedir perdón y expresar que tan arrepentida estoy.

No fui sincera y lo lamento. Presiento que si supieras la verdad, no habrías aceptado mi amistad de vuelta. Incluso ahora, temiendo que leas esto, me estoy arriesgando a que me rechaces otra vez. Eres más noble que yo, tus sentimientos son más puros que los míos, por más heridas que te causé en el pasado, siento que mi lugar en tu corazón siguió abierto para permitirme regresar porque creo que sabías que iba a regresar. Siempre lo supiste, ¿verdad? Me diste mi espacio porque eso hacen los amigos. Insististe poco porque sabías que tenía que ser yo quien diera el primer paso, yo era quién se había alejado, no tú. ¿Sabes por qué nunca te dije todo esto? Por cobarde. Incluso cuando me decidí a escribirte de nuevo, tenía mucho miedo de tu rechazo, tanto que escondí los detalles de la situación. Extrañaba nuestra vieja camaradería, las conversaciones de madrugada, las historias que creábamos. Entiendo si ahora eres tú quien se aleja, tienes tantas cosas que reclamarme que no podría decir que no. No somos perfectos pero no funciona como excusa, no me sirve y no me gusta. Sólo puedo decir, a manera de explicación enclenque, que era menos madura de lo que todos creían, incluso menos de lo que yo misma creía. Reconocer que me equivoqué contigo fue un gran paso personal, que me ayudó a entender más la manera en la que funciono, pero el costo no merecía la pena.

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