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Mostrando entradas de julio, 2015

Fantasías de una alma vieja (3)

- Lo que sentimos es deseo, aunque insistas en que no es sólo eso. Nuestras metas y deseos son diferentes. Yo no quiero casarme ni tener hijos, ¿y qué es lo que quieres tú? Una gran familia y una gran esposa. Tú quieres a alguien que te espere en casa y cuando llegues del trabajo, tener tu casa ordenada y la comida preparada en la mesa.  Sabes que no soy así, que no puedo estar atada a un hogar. Tengo que seguir superándome profesionalmente y no quiero desperdiciar de esa manera mi vida -se puso la blusa mientras seguía hablando.- Esto no es amor. Porque no podría sacrificar lo que tengo por tener una vida hogareña contigo y tú tampoco dejarías lo que quieres por mi. Y si lo hiciéramos, llegaría un momento, lo sabes muy bien, en que nos sentiríamos egoísta al pedirle al otro que sacrificara todo. Créeme, no queremos una vida llena de amarguras y arrepentimientos -se levantó de la cama, se acercó a él y lo obligó a mirarla.- Si esto fuera amor, no duraría en decirte que quiero una vida

I, ephemeral (1)

During the day I am trying to remember his face. I do not want to forget it. It was beautiful. I know, I know, it was just a dream but... it was one of the best dreams I've had. He was epileptic. I was holding his hands while he breathed slowly. He had had an attack. But when he calmed down, he looked at me and smiled. Oh, God. It was amazing. His expression was so kind and thankful. I have never felt useful until that moment. Yes, I do not want to forget him.

Anecdotario (4)

Fue un sueño diferente. Ella no había soñado con él desde hace mucho tiempo. De hecho, el sueño era similar al último. Toda su familia y la de él estaban alrededor de ella, demasiado cerca. Oh, y vaya que estaba nerviosa. Presentía lo que iba a suceder, lo sabía. Ella era una chica incapaz de decir no cuando alguien pedía su ayuda o exigía algo de ella. Sabía que tenía que dedicarse a negarle lo que estaba segura que pediría. Él se abrió paso entre ellos y se acercó a ella. Su rostro lucía diferente, tenía una expresión más amable y parecía estar tan nervioso como ella. Eso la desestabilizó por un momento. En su sueño, él era como ella siempre había querido que fuera, como una vez fue y no quiso serlo de nuevo, como nunca sería con ella. Entonces, él se lo pidió. Y ella miró a sus padres. Sabía que su padre la mataría si decía que sí porque él nunca le agradó, sin embargo su padre no parecía enojado o perturbado por la idea. Eso la desestabilizó aún más. Pero no supo lo que dijo, un

Trozos (3)

Ella era una chica alta, de cabello muy corto, rojizo y mechones violeta. Había llegado con una pequeña maleta a su nueva casa, ubicada cerca del parque. Era una casa pequeña, pero con todo lo necesario. Era nueva en la ciudad, gracias al trabajo que había conseguido en la universidad de aquel lugar. Después de instalarse, decidió dar un paseo por el parque. Le gusta estar al aire libre. Un adolescente jugaba ajedrez, ella preguntó si podía unirse. El chico era observador, pues supo que su acento era diferente. Con media sonrisa, ella le dijo que venía del otro lado del océano. Él sonrió y le gritó a unas señoras que estaban cerca de ahí, quería que hiciera amigos. - Eres nueva, ¿verdad? -le preguntó la más alta. Ella asintió con una sonrisa.- ¿Qué hizo alejarte de tu anterior ciudad? Ella se encogió de hombros y respondió que se debía al buen trabajo que le habían ofrecido. - Pero es un pueblo pequeño a diferencia de tu ciudad natal, ¿no extrañas nada de allá? Ella evitó sus mi

Trozos (2)

Me guiaron por un pasillo largo con muchas puertas. Las últimas cinco tenían número: 1, 2, 3, 4 y 5. Empezaron a sudarme las manos. ¿Estaría bien? ¿Lo habrían sometido a alguno de esos tratamientos con electrochoques? Espero que no. Y si así era, ¿estaría sufriendo? ¿habría olvidado cada momento de su vida? ¿sería capaz de reconocerme? Estas últimas puertas también tenían ventanas, como las que hay en los cuartos de interrogación de una película hollywoodense. No me había dado cuenta hasta que nos detuvimos en la puerta cinco. Él estaba ahí, sentado, con las manos sobre la mesa y mirándolas. Su expresión parecía serena, pero sus ojeras reflejaban cansancio. "Le han dado tratamiento", pensé con amargura, y yo no había podido hacer nada por él. ¿Y si mejor salía de ahí? Seguramente, cuando entrara, él no sabría quien era yo y me sentiría devastada. Pero me armé de valor, respiré profundo un par de veces y entré al momento que el guardia abría la puerta para mí. Él se levant

Anecdotario (3)

Era imprescindible que no estuviera solo. No podía estar solo, era peligroso para él permanecer en su casa con aquella sensación. Por eso iba al trabajo de su madre. Ella no lo entendía, o tal vez sí, pero no quería entenderlo. Que su hijo estuviera enfermo, y no tenía cualquier enfermedad, la hería como madre. ¿Ella tenía la culpa de todo aquello? Para él, también era difícil. Un chico orgulloso que había pasado de la noche a la mañana a ser un niño inseguro y dependiente. Esa enfermedad lo había devastado, reduciéndolo a nada anímicamente. Si él estaba solo, podría cometer una tontería. Por eso visitaba a su madre, a pesar de que a ella no le gustara.

Fantasias de una alma vieja (2)

Lo había estado observando en clase. Se había cortado el cabello. Ella lo prefería de otro modo, cuando le caía un mechón de cabello en la frente y él lo quitaba, le hormigueaba la mano, quería ser su mano la que tocara ese mechón. Pero no podía ser así. Siguió pensando. No era feo pero tampoco una de las maravillas del mundo. Sin embargo, podía resaltar tres cosas de su físico: su espalda ancha y bien formada, sus manos grandes y su bella sonrisa. Aunque su boca era un poco grande, cuando sonreía, eso era lo que menos importaba. Y sin duda, estaba lo más importante y lo que había hecho que ella empezara a prestarle atención: su inteligencia. Un detalle que también había sido la perdición de ella, pues era precisamente eso lo que la había hecho mirarlo desde abajo, sintiendo que era algo inalcanzable para ella. A pesar de sentirse una hormiga junto a él, no dejaba de admirarlo.

Anecdotario (2)

Nadie parecía entenderlo. En cambio yo trataba de hacerlo. ¿Por qué? Tal vez compasión, identificación con un igual. Ella a veces se quejaba de él, pues sus actitudes la irritaban y, poco a poco, la iban amargando... (bueno, esa es otra historia). Alguna vez me dijo: "No es un buen padre". A lo que yo respondí, lo más serena posible: "No puedes pedirle lo que nunca tuvo". Realmente lo creía, sin ejemplo en que apoyarse, él había tratado de ser algo que nunca había visto o sentido o vivido. Yo le entendía, siempre había tratado de hacerlo y por eso ellos decían que me ponía de su lado y le ayudaba más que los demás, que éramos parecidos. Él tenía mayores desventajas frente a los demás y necesitaba más ayuda que cualquier otro. Bueno, tal vez tuvieran razón.

Fantasías de una alma vieja (1)

Él era perfecto. Ella no. Ahí empezaba el problema. Él se encontraba a otro nivel, muchísimo más elevado al que ella estaba y pretendía aspirar. A una edad temprana, él tenía lo que cualquiera desearía al tener cuarenta, al menos: casa, trabajo, doctorado, inteligencia, familia. Ella en cambio, apenas podía sobrellevar lo que la vida le regalaba: universidad, titulación, aspiraciones, trabajo, problemas psicológicos... Casi una década los separaba. Y ella lo sentía. ¿Él también? Era probable. Nunca se fijaría en alguien como ella. Era patético que ella pensara así. No puede que negarse que tengan cosas en común. Claro que las hay, sin embargo no eran suficientes para que sus vidas se cruzaran. Pues las aspiraciones también eran diferentes. En algún momento, el camino se partiría y cada quien andaría por su propio destino. Por eso, ella disfrutaba lo que podía. Tratar de encontrarlo por los pasillos de la universidad, saludarle  y hacerle el día. Simplemente sonreírle, no necesi