¿Quién soy? (3)
Esta historia no es original. Si tuviera que encontrarle un símil, ese seguramente sería Cyrano de Bergerac. Es tan trágica y romántica que no tendrá final feliz, no puede tener final feliz.
Lo uso a él para escribir lo que siento, a fin de cuentas, también forma parte de lo que soy, de mi corazón. Es un trocito de mi alma. Y todo lo que me haces sentir lo expreso a través de ella, quien se parece sólo un poco más a mí.
No sé si pueda quedarme a ver cómo llega tu príncipe azul a rescatarte, ya me duele sólo de pensarlo. Al principio lo único que quería era verte sonreír y que fueras feliz; ahora, a pesar de que sigo queriendo lo mismo para ti, se me humedecen los ojos al imaginar que no formaré parte importante de esa alegría. Mientras tú me quieras a tu lado, en la forma que sea, yo estaré ahí pues no puedo decirte que no.
Aunque los días lluviosos me gustan mucho, últimamente me embriaga una tristeza que no había sentido antes. Quiero disolverme con las gotas de lluvia y desaparecer. Volver a formar parte del viento y las nubes, como lo fui antes de renacer.
Estos sentimientos me consumen como desde el primer día, incluso me consumen con más ardor que aquella vez, cuando me enamoré de ti a través de tus palabras y tu poesía. Al escribir esto el dolor es casi físico. Sólo espero que en unos años, el día que vuelva a leer esto, ya no se sienta igual.
La envidia y los celos me corroen por dentro cada vez que pienso en aquellos que estuvieron antes de que yo llegara, pero sobre todo por aquellos que estuvieron cuando me fui. Porque dejé de hablarte años atrás, pero nunca dejé de pensarte y de quererte.
Lo uso a él para escribir lo que siento, a fin de cuentas, también forma parte de lo que soy, de mi corazón. Es un trocito de mi alma. Y todo lo que me haces sentir lo expreso a través de ella, quien se parece sólo un poco más a mí.
No sé si pueda quedarme a ver cómo llega tu príncipe azul a rescatarte, ya me duele sólo de pensarlo. Al principio lo único que quería era verte sonreír y que fueras feliz; ahora, a pesar de que sigo queriendo lo mismo para ti, se me humedecen los ojos al imaginar que no formaré parte importante de esa alegría. Mientras tú me quieras a tu lado, en la forma que sea, yo estaré ahí pues no puedo decirte que no.
Aunque los días lluviosos me gustan mucho, últimamente me embriaga una tristeza que no había sentido antes. Quiero disolverme con las gotas de lluvia y desaparecer. Volver a formar parte del viento y las nubes, como lo fui antes de renacer.
Estos sentimientos me consumen como desde el primer día, incluso me consumen con más ardor que aquella vez, cuando me enamoré de ti a través de tus palabras y tu poesía. Al escribir esto el dolor es casi físico. Sólo espero que en unos años, el día que vuelva a leer esto, ya no se sienta igual.
La envidia y los celos me corroen por dentro cada vez que pienso en aquellos que estuvieron antes de que yo llegara, pero sobre todo por aquellos que estuvieron cuando me fui. Porque dejé de hablarte años atrás, pero nunca dejé de pensarte y de quererte.
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